
Decir que te pilla por sorpresa cualquier reacción que tenga Pedro Sánchez después de una mala noticia, sería mentir. No reconocer que toma decisiones que cada vez alarman más a la población, también. A nadie le podían caber dudas sobre sus esperadas reacciones tras el varapalo electoral en Andalucía que, unidas a la gran incertidumbre que a su alrededor se ha creado con todo aquello que tiene que ver con Marruecos, Pegasus y la desaparición de la memoria de su móvil, convierten a este pirómano de la política en una bomba de relojería andante que puede explotar en cualquier momento.
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