Benidorm

Tenía cinco o seis años y en los veranos de aquellos días hacía mucho calor. La rutina diaria se rompía el veinticinco de julio. Ese día, en que se celebra la festividad de san Jaime, era costumbre ir a la playa de Benidorm. A las diez de la mañana salía desde Callosa de Ensarriá, un autobús de la compañía la Callosina, apodado la Playera, destino a Benidorm. A las cinco de la tarde salía de regreso para a Callosa, parando en todos los municipios que encontraba a su paso. Entre ellos, Polop de la Marina, mi pueblo.

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