
Han pasado algo más de seis décadas desde que el alcalde Pedro Zaragoza diseñase, en un revolucionario Plan General, el Benidorm del futuro y el que llevaría a la localidad a situarse en el lugar preferente que hoy ocupa en el mundo del turismo. En aquel Plan General se encontraba la actual Avenida del Mediterráneo, un vial que ha propiciado el desarrollo de la ciudad por la zona de Levante y que se ha convertido en el epicentro de gran mayoría de los avances urbanos de los últimos 70 años y en uno de los emblemas más distintivos de Benidorm: el sky line más famoso de España. “De ilusión también se vive.”
UN REPORTAJE DE BELÉN RICHARTE
El 20 de enero de 1951 el pueblo de Benidorm cambió para siempre. Pedro Zaragoza Orts accedió a la Alcaldía de este pequeño pueblo, de apenas 2.500 habitantes, decidió hacer algo tan revolucionario como planificar su futuro. Su trabajo culminó en 1956, con el nacimiento del primer Plan General de Ordenación Urbana de España: un documento que comenzaba con la leyenda “tratamos de dar a conocer cuánta realidad lograda y cuántas posibilidades futuras guarda nuestro Benidorm”, y que trazaba las líneas maestras del desarrollo urbanístico de la que se convertiría con el tiempo en la capital turística de la Comunidad Valenciana.

La construcción de la Avenida del Mediterráneo, junto a dar solución al “problema del agua”, eran dos de los objetivos prioritarios para Pedro Zaragoza cuando llegó a la alcaldía. Crear la arteria principal de Benidorm, que se extiende por toda la playa de Levante (desde la segunda línea, está repleta de comercios, bares, restaurantes, cafeterías, pub’s,…) y une el centro de la localidad con el barrio del Rincón de Loix (actualmente, la barriada más popular para los turistas y visitantes extranjeros que cada año recibe la localidad), está flanqueada por cientos de hoteles, rascacielos, apartamentos y varios parques urbanos, alberga además el Casino de Benidorm.
En total son unos 28.000 metros cuadrados de terrenos por los que se extiende la principal vía de Benidorm, que a su vez es uno de los principales ejes comerciales y de comunicación del municipio y cuyo subsuelo esconde buena parte de las canalizaciones de aguas de la localidad.

Sea como fuere, la ciudad ha crecido a lo alto, es cierto, pero también se ha extendido abrazando sus playas. Es muy difícil vivir en Benidorm y que la playa te quede a más de 15 minutos a pié. Y uno de los ejes más conocidos, y de los primeros que se planificó (data de los años 50), es la Avenida del Mediterráneo. Esta vía de unos dos kilómetros recorre de forma paralela la playa de Levante en su totalidad, y fue configurada como una de las arterias principales de lo que iba a ser el Benidorm futuro.
En las imágenes de la época empieza a verse sobre sobre plano lo que sería la actual configuración de la ciudad. La avenida empieza en la Plaza de la Hispanidad, conocida popularmente como Plaza Triangular, considerada el centro de Benidorm aunque realmente esa posición geográfica la ocupa el casco antiguo, con el Castillo en medio de las dos playas. Extraoficialmente esa capitalidad viene del núcleo comercial que conforman la calle Gambo y la Avenida Martínez Alejos, dos de las más concurridas de la ciudad y que enlazan con el Paseo de la Carretera, puente entre las dos principales playas de Benidorm: Levante y Poniente.
En la evolución de las fotos se puede ver perfectamente cómo la Avenida del Mediterráneo ha pasado de ser poco más que una vía entre terrenos casi desiertos a una zona perfectamente urbanizada y llena de tráfico.
“Actuamos como una piña”
Pero vayamos por partes. Por aquellos años empezó a llegar el incipiente turismo (veraneantes) de Benidorm y con él las nuevas construcciones de, sobre todo, apartamentos turísticos y hoteles. Para ello era necesario mano de obra procedente de otros rincones de la comarca y de distintos puntos de España que asistieron o protagonizaron el crecimiento urbanístico y “boom” turístico de Benidorm, que se vertebró fundamentalmente a través de la Avenida del Mediterráneo.

En una ocasión me comentó personalmente en una entrevista que realicé a Don Pedro Zaragoza que la avenida “la habíamos concebido como el plano de los Campos Eliseos y su planeamiento urbanístico, basado en las cuadrículas que conforman las manzanas en París para que el agua fluyera hacia el mar, en caso de llegar la gota fría, y evitar, en la medida de lo posible, las temidas riadas”.
Los planes de Pedro Zaragoza no lo entendieron muchos de sus vecinos, que le replicaban: “de ilusión también se vive”; sin embargo, el alcalde supo ganarse a la gente, al pueblo llano, a los que vinieron y a los dirigentes del momento, con aquella hospitalidad que le caracterizaba a prueba de todo tipo de influencias.
Benidorm contaba en aquella época con 1.700 vecinos y, excepto los grandes arrendatarios, la mayoría de autóctonos tenían que abandonar el pueblo e irse trabajar a la almadraba o embarcarse en la marina mercante para mantener a la familia, el mismo Pedro Zaragoza venía de una saga de marinos mercantes. De hecho, nada más llegar a la alcaldía y tomarle el pulso a los problemas cotidianos de sus vecinos empezó “a darle vueltas al asunto y a pensar en lo que se podría hacer para que el pueblo evolucionara y la gente pudiera salir adelante, sin necesidad de abandonar su casa”.* El resultado, cien años después de su nacimiento y 72 después de su llegada a la alcaldía, es harto evidente.

Pedro Zaragoza se supo rodear de un equipo de trabajo que, convencido como él lo estaba de las inmensas posibilidades que Benidorm le daba al turismo y el turismo le daba a Benidorm, no tardó en arremangarse y ponerse manos a la obra. “No fui yo sólo el que dicen que fui el artífice de Benidorm, éramos un equipo de personas, que éramos una piña, como un sólo hombre, trabajamos con la ilusión de la que también se vive por el futuro de esta tierra”. Un equipo en el que había marinos que habían visto mundo y otros, como el propio Pedro Zaragoza, que tenían ejemplos muy cercanos en la familia y sabían que, si el pueblo quería salir adelante y crecer, había que copiar las buenas prácticas que habían visto en tantos países y puertos. “En Benidorm había entonces 1.700 habitantes y el presupuesto del Ayuntamiento era de 70.000 pesetas. Al principio me decían que de ilusión también se vive, pero cuando trajimos el agua, cuando los vecinos abrían sus grifos y tenían agua potable en su propia casa, empezaron a creer en la ilusión”, explicaba Don Pedro al Programa Plano Corto, 2002.
Por otro lado, la avenida del Mediterráneo la empezó a vislumbrar el equipo de Pedro Zaragoza en los años cincuenta pero no estaría del todo concluida hasta la década de los setenta. “Se abrieron establecimientos de todo tipo, en el recuerdo tengo la Pizzería “El Vesubio”, que se abrió muy ceca de casa, y, junto a ésta, también abrió el Museo de la Miniatura; en la Plaza Triangular también abrieron una hamburguesería “JESUS”, un pequeño centro comercial, donde después hubo una Bolera, en aquel centro había de todo un poco, hasta podías ir a oír a María Jesús y su Acordeón y bailar”, recuerda Josefa García Salazar, que vivió aquellos acontecimientos en primera persona, -y quien añade-, “la Avenida del Mediterráneo supuso abrir la puerta a un mundo sin fin, en Benidorm se paseaba por todas partes, de los años 60 a los 70 ya había demasiado turismo para un pueblo pequeño, así que se paseaba por el poco asfalto que había y por los muchos caminos de tierra que existían, como era el caso de esta avenida, ya que el camino estaba apisonado, habíamos hecho camino los viandantes. Cumplió a la perfección el fin para la que había sido construida”.
La necesidad de construir este emblemático vial lo explica García Salazar, que llegó a Benidorm con tan sólo ocho años, de la siguiente manera: “Claro que era necesaria la construcción de la Avenida del Mediterráneo, ya sólo con lo que se estaba edificado en primera línea era imprescindible para descongestionar de tráfico el único acceso que había por Levante porque, además, hay que decir, que aprovecharon el terreno edificando, dejando un Paseo Marítimo ya por aquel entonces ridículo. No creo que cuando se pensó hacer esa avenida, supiera nadie lo que iba a crecer Benidorm para poner pegas a la expropiación. La verdad es que todos los terrenos estaban abandonados”.
Al otro extremo de la avenida se encuentra el barrio del Rincón de Loix. y discurre, de forma paralela a la del Mediterráneo, la calle Gerona, otra de las principales arterias y signos de identidad de Benidorm, columna vertebral de la zona inglesa, o zona guiri para los residentes, donde un británico puede pasar toda la vida residiendo sin hablar ni una palabra de español.
El sello de un alcalde
“Hay gente que me consideraba malo y que me sigue considerando malo” -ésta es una de las declaraciones que he extraído de la entrevista que Pedro Zaragoza realizó al Programa de Televisión “Plano Corto” en 2002-, “pero mi mejor recuerdo es el afecto que me tenía y tiene la gente humilde, del pueblo”. El principal impulsor del Benidorm actual declaraba que “creo que trabajé y creo que no me vendí al capital; yo defiendo al trabajador y defiendo al empresario e, incluso, a algunos capitalistas inversores, lo que no defiendo y estaré siempre en contra es al especulador”, -y subrayaba-, “la especulación, los especuladores, es el cáncer que tenemos en todas las tierras que, como ésta, progresan pues no hacen nada por nadie, pero son los que se comen la mejor tajada, y éstos son los que no me han perdonado aún”. Y concluía diciendo: “Especular en terrenos, en idearios, en política,…Quieren vivir de las rentas de lo que han hecho o de lo que han sido. Estoy acostumbrado a ellos, llevo desde 1941 recibiendo espinillazos”.
*Entrevista de Don Pedro Zaragoza en el Programa Plano Corto, 2002, posible de visualizar a través de YouToube.
Fotografías cedidas por Francisco Llorens Orts (Paco «Rosera»)
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