Miguel Mozo fue concejal del Ayuntamiento de Benidorm hace más de cuarenta años. Hoy nos va a hablar de su labor en el consistorio y de su experiencia laboral

Periodista: Miguel, creo que sois varios los hermanos que llegasteis hace mucho tiempo a Benidorm y estáis perfectamente integrados, ¿no es así? ¿De dónde procedéis?
Miguel: Procedemos de Salamanca. Somos nueve hermanos (desgraciadamente hace poco murió uno de ellos). Mi padre era agricultor en nuestra tierra; en un momento determinado decidió emigrar en busca de un trabajo mejor. Fuimos a Barcelona, después vivimos en Menorca y, finalmente, nos afincamos en Benidorm. Tengo hermanos en la policía, en Hidraqua… Yo he sido camarero, maître de hotel, y he tenido varias cafeterías, en la Plaza Triangular, en la calle Gambo… Por último, he trabajado en la administración de fincas Balongo unos 23 años, hasta mi jubilación. Puedo contar también que fui seminarista durante seis años (de los 11 a los 16), con sotana y todo, en Toro (Zamora) donde tenía un tío sacerdote; pero reconozco que no tenía vocación y colgué los hábitos; además, mi padre tuvo un accidente y me tuve que encargar de las faenas del campo. Respecto a si estamos integrados, te puedo decir que sí: hemos trabajado aquí, tenemos muchos amigos y hasta podemos hablar valenciano.
Periodista: ¿Cuándo te iniciaste en política?

Miguel: En 1974 me fui a la “mili”, un año antes de morir Franco; y ya empezamos a funcionar clandestinamente en la UGT. En 1976, organizamos la primera huelga de la hostelería. Y en 1979 participamos en las primeras elecciones generales; en las municipales, Ángel de la Fuente y yo, entre otros, como independientes. En el ayuntamiento estuve doce años, y he pasado por varias concejalías: Hacienda, Seguridad Ciudadana, Cementerios, Servicios técnicos, Cultura… Rafael Balongo se incorporó más tarde; yo le tenía mucho aprecio y sentí mucho su muerte.
Periodista: ¿Por qué dejaste la política?
Miguel: Dejé la política por diferentes circunstancias; primero porque hay que dejar paso a otros; segundo, porque quería ocuparme de mi mujer y mis hijos; y tercero, por otros problemas que no viene al caso, más o menos cuando entró Maite Iraola. Incluso me di de baja en el partido, aunque saben que pueden contar conmigo cuando sea necesario; mis ideas siguen siendo de índole socialista.
Periodista: ¿Cuáles son los principales logros del ayuntamiento mientras fuiste concejal? ¿En algún momento fuiste criticado?

Miguel: ¿Logros? Innumerables. Decidimos construir el parque de L’Aigüera, con sus dos anfiteatros, cuando, en un principio, ese espacio estaba destinado a viviendas. De nuestro tiempo es la depuradora, los colegios Miguel Hernández y Bautista Lledó, el instituto Pere Maria, el parque de bomberos y un largo etcétera. Me imagino que habremos recibido críticas, ¿cómo no? En una ocasión, tuve que intervenir enérgicamente porque algunos policías se dedicaban a trabajar como guardias de seguridad, los típicos matones de las discotecas. Por supuesto, me indispuse con algunos de ellos y, de una forma anónima y con alevosía, llegaron a rajarme las ruedas del coche e incluso a pegarle fuego.
Periodista: ¿Alguien más de tu familia ha tenido vocación política?
Miguel: Dos hermanos. Pero ningún hijo, y es curioso: no conozco hijos de políticos que hayan seguido los pasos de sus progenitores salvo algún caso aislado.
Periodista: ¿Has tenido algún reconocimiento oficial por tu labor en el ayuntamiento o por tu participación en Fiestas, Fallas, etc.?

Miguel: Ninguno. Y no he sido festero; por lo tanto, no tengo ningún reconocimiento por parte de las entidades festeras.
Periodista: ¿Cómo has vivido la evolución de Benidorm en estos últimos cincuenta años?
Miguel: En positivo. Benidorm ha evolucionado mucho y bien. Le tengo mucho cariño y casi me considero de aquí. Recuerdo que hace muchos años, representantes de Benidorm iban por algunos pueblos andaluces y manchegos ofreciendo trabajo en un incipiente Benidorm. Sobre esto hay una anécdota: que, a veces, las plazas hoteleras eran vendidas antes de construir los hoteles; de tal forma, que el con el dinero que adelantaban los tours operadores, se hacían los citados hoteles.
Periodista: ¿Qué le falta a Benidorm para que sea la ciudad ideal? En todos los aspectos.
Miguel: Cultura. Por ejemplo, la Casa de Cultura de la Avenida de Europa, aún sin inaugurar, llega con treinta años de retraso (lo que sí ha empezado a funcionar, allí, es el Conservatorio). En cuanto al turismo, los problemas que hay se deben a los empresarios, que pagan ridículos salarios a cambio de muchas horas de trabajo; por eso falta personal. Y te digo una cosa: el que antiguamente trabajaba en un hotel tenía cama y comida gratis, amén de las propinas. En la actualidad, si un camarero tiene que alquilar un apartamento, se le va medio sueldo o más en el alquiler; Y, claro, no le salen las cuentas. Solución: pagar sueldos dignos.
Periodista: ¿Cuáles son tus aficiones? ¿A qué te dedicas ahora que estás jubilado?
Miguel: Siempre me ha gustado la lectura. Y el teatro (también hice mis pinitos como actor). Últimamente, ya jubilado, me dedico a caminar, algo así como cinco o siete kilómetros diarios. Ah, y hace tiempo que dejé de fumar. También dedico tiempo a la familia: mujer, hijos y nieto, por el que siento debilidad.
Periodista: ¿Alguna anécdota o comentario que quieras añadir?
Miguel: Anécdotas tengo muchas, sobre todo cuando era el concejal de Seguridad Ciudadana. Recuerdo un rescate heroico en Beniardá por parte de un bombero; un niño se había caído a un pozo de 80 metros de profundidad y menos de un metro de diámetro; el susodicho bombero se metió de cabeza para rescatarlo sujeto con una cuerda; en un momento determinado la cuerda se rompió; pudimos sujetarla de la otra punta y los dos salieron ilesos. Lo bueno vino después, cuando Maesba le preguntó qué había sentido cuando la cuerda se rompió; el bombero casi se desmaya, pues nadie se lo había dicho en aquel momento; posteriormente, el consistorio le dedicó una calle. Otra intervención nuestra fue cuando explotó una caldera de gas en Equus, un chalet por Puerta de Hierro: se llevó por delante a técnico, a su hijo y a tres habitantes del chalet: una experiencia dolorosa. En otra ocasión, cuando la inauguración del parque de bomberos, fuimos a hablar con la empresa sevillana Avengoa; nos llovió en Linares, me pusieron una multa por exceso de velocidad, pero lo más gracioso fue, cuando, a la vuelta, quisimos devolver lo que nos sobró de las dietas (para comidas y gasolina); y el depositario nos dijo que no se podía devolver ese dinero porque estaba previsto para dietas. Un periódico de entonces publicó: “No les dejan ser honrados”.

Periodista: Pues esto ha sido todo. Gracias, Miguel, por atenderme, y a disfrutar de la jubilación.
Miguel: Gracias a ti, Palazón.
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