La Plaza de la Constitución, un enclave con mucha historia

Durante el siglo XIX y la primera mitad del XX, la Plaza de la Constitución era la de mayor tamaño de Benidorm y en ella se desarrollaban dos actividades económicas muy importantes para la época: alojaba viajeros en el hostal y suministraba alimentos a la población mediante su mercadillo. En los primer tercio del siglo pasado vivían en sus inmediaciones unas 30 familias, por lo que diariamente el encuentro de las mujeres que iban a realizar la compra en las diferentes tiendas y puestos instalados en la misma o en la calles adyacentes la convertían en un lugar de paso imprescindible para vecinos y primeros visitantes del pueblo.

UN REPORTAJE DE BELÉN RICHARTE

Lo que no faltaban todas las tardes en la plaza, que siempre estaba viva, era la chiquillería del vecindario que se juntaba allí jugar: “ al «guá» (las canicas) porque la plaza era de tierra; a «tra i tra» se perseguían los grupos y se jugaba por las calles; «fora munt»; al «cercol» un aro de hierro que se guiaba con un palo acabado en un gancho de hierro también. Los hacía Jeroni «el Ferrer»…, recuerda, Vicente Pérez Mayor, “el Furó”, vecino de la plaza, con quien he hablado esta semana sobre esta mítica plaza de Benidorm. Lo que ha primado siempre en la Plaza de la Constitución bañada por ese sol que cada día nos alumbra ha sido “la vida muy familiar y cercana entre los vecinos”. Y eso ya dice mucho de un barrio o de una plaza.

Pero, como siempre me gusta decir, vayamos al principio. La semana pasada hablé de lo importante que había sido y sigue siendo para Benidorm la Plaza de la Constitución, “que a lo largo del tiempo ha recibido varios nombres aunque la de la Constitución ha sido el más utilizado a lo largo del tiempo pero no es el más antiguo ya que la primera vez que se denomina así es en el Registro Civil de 1842; antes había sido plaza del Mesón (1812, repetido en 1842). También se la denominó del Mercado, así citada por vez primera en 1813 y también repetido en 1842. Es decir, que en un mismo año la plaza se llegó a denominar de tres formas distintas, aunque su nombre oficial fuera el de Plaza de la Constitución*.

Durante el siglo XIX y la primera mitad del XX era la plaza de mayor tamaño de la población y en ella se desarrollaban dos actividades económicas muy importantes para la época: alojaba viajeros en el hostal y suministraba alimentos a la población mediante su mercadillo. Hacia 1930 abrió sus puertas el primer bar.

En esos años, los domingos y festivos, al finalizar la misa, los jóvenes solían invitar a las muchachas casaderas “a un vermut, bebida entonces muy de moda, ya en el Bar del Corrillo, recién abierto en la Plaza de la Constitución, frente al Hostal, o ya en el de La Marina”.

En ese maravilloso enclave del centro de Benidorm, a escasos metros de las dos playas más importantes de la localidad: Levante y Poniente, y de La Cala del Mal Pas; en la que, además, confluyen calles como la Costera del Barco, la del Hostal, Quatre Cantons, Sant Jeroni o la Plaça del Torrejó, ha discurrido la vida de nuestro protagonista de esta semana: Vicente Pérez Mayor “el Furó”, apodado así porque su padre, del igual apodo, tenía en la esquina de la Plaza una panadería, en una de las antiguas casitas, hoy ya desaparecida, a la que se accedía por la calle del Hostal. Allí nació en 1948 “el Furó”, rodeado de vecinos y vecinas que convertían ese pequeño espacio al aire libre en lugar de reuniones, patio de juegos para la chiquillería del pueblo y cuando correspondía, en mercado municipal o marco elegido para la celebración de actuaciones para los más pequeños, como la de Cosmín.

Una Plaza llena de vida

Tiendas como la de alpargatas de Pepa «la Sebeta», vecina de la de Pepe «el Sabater», que arreglaba zapatos; enfrente la panadería Furó; al lado la tienda de ultramarinos de Marcelina; junto a La Posada, gestionada por Carmen «l’Hostal». En el mismo edificio de la posada estaba el local de venta de vinos de Jaume Antón; la verdulería de las hermanas Filomena: Concesió y Vicenta; enfrente Teresa «Bellea» que vendía ultramarinos, verduras… ; en la esquina la tienda (que daba también a la Alameda) de ropa, limpieza, ultramarinos… de Batiste Francés y al lado la de encurtidos y salazones de Manolo Meliá.

Según explica Vicente “Furó”: “Cada quince días por las tardes venía un camión que subastaba mantas, le iba añadiendo otros utensilios hasta que a alguien le interesa el lote y lo compraba. De vez en cuando venia el «baratero» que cambiaba zapatillas o ropa vieja por cosas de cocina: un vaso, una espumadera,…; también en alguna ocasión se hicieron «fogueres» por San Juan: La gente llevaba los muebles viejos que ya no le servían y se quemaba.”

El comercio continuaba por las calles de alrededor, “sobre todo en la calle Martínez Oriola donde estaban las carnicerías, fruterías y la pescadería, que compartían espacio con varios pescadores locales. “El local de la pescadería , así como, la escuela municipal (que estaba encima de la verdulería de las hermanas Filomena) pertenecían al Ayuntamiento. Formaban parte del edificio de la Posada”, -explica el vecino-, “en definitiva la Plaza de la Constitución era un lugar de encuentro para la gente local”.

Plaza de juegos

Lo que no faltaban todas las tardes en la Plaza de la Constitución eran los niños y niñas del vecindario que se juntaban a jugar. “Jugábamos al «guá» (las canicas) porque la plaza era de tierra; a «tra i tra» se perseguían los grupos y se jugaba por las calles; «fora munt»; al «cercol» un aro de hierro que se guiaba con un palo acabado en un gancho de hierro también. Los hacía Jeroni «el Ferrer»…, recuerda “el Furó”.

Como principal Plaza del pueblo que era a lo largo del año la plaza acogía diversas actividades lúdico-festivas, como las que tenían lugar durante el verano de titiriteros que venían de fuera y la gente sacaba sus sillas de casa para poder ver el espectáculo, al terminar éste los artistas pasaban el platillo y cada uno ponía lo que quería o lo que buenamente podía. Una de las actuaciones más queridas y preferidas por los niños de la época era la de “Cosmín”. “El personaje era un enano que se llamaba Cosmín y cantaba animando al público a participar. Su canción más conocida dice así,:

“Soy Cosmín el más pequeño

de los hombres hoy en día

lo que no tengo de alto lo tengo de simpatía.

Las chicas se vuelven locas…

con mi ritmo sin igual

y cuando me ven por las calles

todos gritan al pasar:

Cosmín, Cosmín”.

(Y todos aplaudíamos), recuerda Vicente Pérez.

Los días en los que se instalaba en la Plaza el mercado, Benidorm se llenaba de gente venida de otros pueblos de la comarca que montaban sus “paraetas” y vendía los productos de las huertas que ellos mismos cultivaban.

Vicente Pérez vivía arriba de la panadería propiedad de su padre, «el Furó» , una casa de planta baja, piso porche y terraza, “donde estaba el «colomer»,porque mi padre era colombaire, -subraya el vecino-, “la casa daba a la Plaza de la Constitución, calle Santísima Trinidad y Costera “l’Hostal”: en la planta baja estaba el obrador y el local de venta que daba a la plaza de la Constitución. En el piso estaba la vivienda que se entraba por la calle Costera “L’Hostal”.

Por las tardes antes de hacer la tertulia, “se barría la calle y se echaba agua para evitar algo el polvo, porque la plaza estaba sin asfaltar, y vendía por la calle, en un carrito el «ti Pepe Antón», helados, horchata y agua de limón”, -y continúa recordando Vicente-, “cada uno sacaba su silla, después de cenar se salía otra vez a «vetlar». El vecindario de la plaza lo conformaban unas diez familias, aproximadamente 30 personas, en la que primaba “una vida muy familiar y cercana con los vecinos”.

Ya he aludido líneas arriba que una de las denominaciones más populares y recientes de esta plaza ha sido Plaza del Calpí porque en ella había un bar, hasta bien entrada la década de los setenta, llamado así: Calpí, “éste estaba regentado por Juan “el Calpí” (apodo familiar, por sus antepasados que procedían de Calpe) y Carmen, eran muy buenos amigos de mi familia”. -indica Vicente Pérez-, “la plaza siempre se ha llamado Plaza de la Constitución, de hecho, había una placa de mármol en la Posada con su nombre, lo de Plaza del Calpí ha sido una forma coloquial de llamarla, la panadería de mi familia siempre ha tenido como dirección Plaza de la Constitución 9 y en ningún momento se cambió el nombre de la plaza.”

Zona de los vascos

En la Plaza de la Constitución, a pesar de su reducido tamaño, es un espacio de ocio muy concurrido en el Benidorm actual, un enclave único en la capital del turismo en el que se concentran “bares y tapeo” por lo que algunos la denominan “la calle de los vinos”, porque en ella confluyen calles próximas, especialmente las de Santo Domingo y Passeig de la Carretera, por lo que a esta zona también se la denomina popularmente “zona de los vascos”, ya que es una de las preferidas por los visitantes de Euzkadi.

*Extracto del artículo publicado por el historiador Francisco Amillo el miércoles, 28 de febrero de 2018, en su blog Histobenidorm, bajo el título: “Plaza de la Constitución, importante enclave del Benidorm tradicional, dibujado por Sylvia Plath y descrito por Ted Hughes, denominada también plaza del Hostal, del Mesón, del Mercado, Mayor y del Calpí”.