Mis hermanos, los vascos

Manolo Palazón.- «No podemos dejar de lado el dicho de que “cada uno ve la feria según le va en ella”.

He pasado unos días en Bilbao, previos a la Final de la Copa del Rey. He sido en todo momento tratado con suma amabilidad, con educación y cortesía, tanto es así que, cuando preguntaba por un museo o por una iglesia, casi me acompañaban un tramo del trayecto proporcionándome explicaciones e interesándome por mi procedencia.

Toda la ciudad estaba engalanada con ikurriñas y estandartes del Athletic Club de fútbol.

Por doquier me hablaban de la final de la Copa, que se iba a disputar entre el Mallorca y el club bilbaíno en la ciudad de Sevilla.

Y me auguraban que ganara o perdiera el equipo local, se ”iba a liar gorda”; yo no lo entendía bien; y así fue: tanto en Bilbao como en Sevilla los rojiblancos se han lanzado a la calle, totalmente eufóricos (me imagino que los mallorquines harían lo mismo).

Me he sentido tan identificado estos días con los vascos, que me he alegrado de que se llevaran la copa; no soy nada futbolero, y nunca me han interesado ni la liga ni los partidos.

Lo siento por el club de Mallorca, pero durante estos días me he sentido un vasco más, máxime que hace 40 años trabajé como profesor en un pueblo de Guipúzcoa y me encontré con gente maravillosa, tanto es así que me apunté durante unos meses en un batzoki para aprender euskera, esa lengua tan ininteligible a primera vista.

No falta más que esperar al jueves día 11 para que saquen la gabarra azul del club y la paseen por la Ría de Bilbao.

Anécdota: cuando fui a ver la gabarra, observé que se hallaba en un dique seco; pregunté a cuatro jóvenes que trabajaban en el puerto el modo de sacarla de allí; me contestaron que entre cuatro vascos, a pulso, la empinaban hasta dejarla en el cauce de la ría, “que para eso eran vascos, joder”.

Manuel Palazón