Entrevista a Rita Maris

P.- Rita, buenos días. Me gustaría que me hablaras básicamente de tu familia, los Maris, inmigrantes que llegaron a Benidorm hace setenta años y que han colaborado en el engrandecimiento de esta ciudad.
R: Adelante, Manuel, pregúntame lo que quieras.
P: Pues empezamos por el principio: ¿cuándo llegó el primer Maris, procedente de Bélgica, vía Madrid, v que supongo sería tu padre? ¿Por qué se establecieron en Benidorm?

R: Mis abuelos Petrus Maris y Clemencia Gorrebeek tuvieron 11 hijos de los que mi padre Carlos Luis Alberto era el octavo. Se licenció en Filología francesa y luego hizo la carrera militar. Se casó con Leona Josepha Verhaegen en octubre de 42. Yo nací en el 43. En el 44 nació mi hermano Erik. Era la Segunda Guerra Mundial. Por circunstancias, mi padre y otros oficiales se tuvieron que rendir y fueron llevados a un campo de concentración. Al final de la guerra muchos se tuvieron que ir del país (años más tarde los declararon héroes nacionales). Mi padre estuvo refugiado en casa de su madre dos años; después decidió irse a España, donde, con un amigo, Cleyberg, puso una Academia de Idiomas. En Madrid nacieron mis hermanos Guido y Lode. Años más tarde, otro compañero, de mi padre, Cryns, le llamó para instalar el proyecto de Ultramar Express en Benidorm; la Delegación Cryns de Ultramar Express se instaló en la Alameda en un local propiedad de la familia Fuster. Era el año 56. Se fueron gestionando los préstamos con garantías a todo el que tuviera un terreno o pequeño establecimiento para construir hoteles. Los turistas vendrían por el aeropuerto de Valencia y se contaba con los taxistas para recogerlos y llevarlos de vuelta. En esto hay una anécdota: mi padre convocó a los taxistas y les dijo que tenían que estudiar inglés, que él les daría las clases gratuitas. Así comenzó un gran empujón al desarrollo turístico de la ciudad. Erik fue a Bélgica a acabar el bachillerato. Guido y Lode se fueron a Onteniente. Entretanto el Ayuntamiento decidió «resucitar» La Unión Musical recabando la ayuda de don Jaime Saval. A mí me interesaba todo movimiento cultural. Acabé yendo a todos los ensayos. Y don Jaime me nombró abanderada, pero la bandera nueva pesaba mucho así que junto a dos amigas, Pepa «La Calega» y Vicentina «la de la fábrica», llevábamos la carpeta con los papeles. Todos uniformados y nosotras con gorrito de azafatas, falda cortita y tacones. Sólo una pieza y el Mestre decía: la mateixeta més carregá de bombo. En el verano íbamos a los toros andando y tocando.

P: ¿Los hijos habéis seguido los pasos del padre?
R: Hombre, de alguna manera. Erik, al regreso de Bélgica, entró en la «Escuela Sindical Superior de Hostelería». En las vacaciones empezó a salir con Rosa Llorca, la del Hotel Colón. Creo que todo el que vive en Benidorm de alguna forma u otra se dedica a la hostelería. Yo me quedé en el Hotel La Paloma, que mis padres compraron a través de Ultramar Express. Más tarde trabajé en Benitours y luego en Viajes Moncho. Mi hijo Eduardo estudió en el Colegio Lope de Vega y después la carrera de música. Una vez Licenciado, fue profesor de música del mismo colegio. Por supuesto, formó parte de las bandas de música, dirigiendo alguna cuando fue menester. En la actualidad dirige el coro de la V. Vicaría.
P.- Yo te conocí hace más de cuarenta años, como rapsoda y actriz en el Teatro Club que dirigía Paco Llorca.

R: En realidad mi dedicación al teatro comenzó con un grupo que se formó bajo la supervisión de don José Such y Roque Fuster con el objeto de recaudar fondos para el Altar Mayor. Después estuve con Paco Llorca y fue una etapa muy curiosa, pues era una persona especial. Después Paco Blanquer y yo fundamos el «Centro Dramático» Años más tarde participé en la representación del hallazgo de la Virgen del Sufragio, gestionada por el propio Pere María Orts, que escribió el libreto basado en el hallazgo del informe oficial del evento, y Roque Fuster. Y no tiene nada que ver con la Barqueta que no se fundó hasta años más tarde. Escribí un artículo sobre esto hace cuatro años en el libro de Fiestas. Y no puedo olvidar a Alfonso Azcona con sus dos premios Nacionales de Teatro. Lo primero que hicimos fue “Angelina o el honor de un brigadier» que lo convirtió en un musical con cuerpo de baile y todo y se estrenó en la Sala de Fiestas «Granada» y asistió todo Benidorm. También estuve asociada a la «Casa de la Mancha» que organizaba veladas literarias. Y con el «Faro de Alejandría». En el ínterin, estudié Iridología y Medicina Natural con el Doctor Javier Griso Salomé de la Escuela Essana de Tarragona. Hace mucho que trabajo con un grupo teosófico de Santa María de Palautordeta en la provincia de Barcelona. También fui azafata con otras empleadas en agencias de viajes en una competición internacional de vela. Luego me saqué el título de Patrón de embarcaciones de Segunda y poder ser jurado en otras competiciones.

P: Tengo entendido que recibiste una placa de la Barqueta por tu colaboración. También he visto que figuras en el libro “Gent de Benidorm» que el ayuntamiento editó hace ocho años, Me imagino que todo eso te resultará gratificante.
R: Hombre, siempre se agradece que reconozcan tu labor. Pero no hay ninguna placa de La Barqueta ni motivo para ello. En cuanto a’*Gent de Benidorm» sí es gratificante, y seguramente hay muchos que también lo merecen y no están. Nunca puede ser todos.
P.- ¿Cómo has visto la transformación de Benidorm en las últimas décadas? ¿Crees que ha sido fácil tu integración entre inmigrantes y naturales?
R: Ha habido muchos cambios en las últimas décadas y no siempre para bien. Cuando se mejoran unas cosas también se pierden otras por el camino. Muchos fueron los forasteros que llegaron a Benidorm en aquellos años, y se asentaron aquí, disfrutando del lugar y viviendo una vida al margen de la población. Pero hubo otros que se integraron en la vida, las costumbres, las fiestas, el idioma, la música y la cultura, haciéndolas suyas y formando su grupo de amistades entre las gentes del lugar. Nosotros fuimos de estos últimos.
P.- ¿Qué le falta a Benidorm (o qué le sobra) para ser una ciudad ideal para los que vivimos aquí todo el año y para los que nos visitan?
R: En primer lugar, la ciudad perfecta no existe porque las inclinaciones de las gentes son variadas. ¿Sobrar?… Pues sobra lo que sobra en todas partes: la malquerencia, los abusos de todo tipo… y por otra parte los ruidos. Somos la ciudad más ruidosa de toda Europa. La autoridad competente debería hacer algo al respecto. Falta, pues, en principio el Centro Cultural que no acaba de arrancar. Y más oferta cultural con una difusión informática y publicidad en varios idiomas, y lograr que llegue a todas partes.
P: ¿Cuáles son tus proyectos de futuro? ¿Cómo andas de salud? Observo que de memoria andas muy bien.
R: De salud más vale no hablar… ¿O quieres que te lo cuente? ¿De memoria?… Según para qué. Las llaves y el teléfono nunca sé dónde los dejo. Voy a dar clase voluntarias a un pequeño grupo de niños, de lenguaje, vocalización, proyección de la voz, interpretación, con vistas a mejorar el vocabulario y evitar el «miedo escénico» que ha causado tantos fracasos escolares. También seguiré con los teósofos de Palautordera. Y. por supuesto. las grabaciones de las misas del coro de la V Vicaría.