Libro Recomendado de la Semana: «La última función» de Luis Landero

José Antonio Piqueras.- Por diversas razones, tanto este pasado fin de semana como el próximo, voy a pasarlos en Benidorm, y aquí me leo la vida. Había seleccionado cinco autores: John Katzenbach, Hervé Le Tellier, David Safier, Paul Auster y Pierre Lemaitre. Me bajé escopeteado del taxi que me traía de Barajas y, en ese templo de Serrano, estaban todos, aún calientes y con olor a imprenta, aunque se me había escapado la última novela de Luis Landero (ésa es mi librera, la mejor del mundo). O sea, fueron seis.

Me la acabo de beber de un trago, y es excepcional. Landero borda como siempre la sintaxis, el léxico y el ritmo, algo que acostumbra, y da otra vuelta de tuerca (una más) a su portentoso dominio de la puntuación. Nadie en castellano puntúa como él. Cuando lo vas leyendo, sientes que te habla porque domina tu respiración aunque no leas en voz alta.

Si nos ceñimos al patrón de planteamiento, nudo y desenlace, el primero es sumamente original, y el tercero lo mejor de su obra reciente. El nudo, aún siendo excelente, no lo acaba de cuajar, pero gracias al magnífico desenlace (es una locura), finalizas la lectura emborrachado de placer. ¡Qué novela!

El sillón en el que la he leído, ya sí, definitivamente, desaparecerá de mi vida el próximo fin de semana. Llevo dos años resistiéndome pero ya no puedo hacerlo más. En Semana Santa mis posaderas habrán de habituarse a otro amigo (asexuado, por supuesto). He de aprovechar por tanto los dos o tres libros que me pueden quedar, aunque nunca olvidaré tantas y tantas noches de gozo, cada vez más hundido pero con mi entrañable lámpara de lectura y mi Mediterráneo enfrente.

El primer libro que leí este año fue también aquí sentado, en Nochevieja, el último de Vargas Llosa. Y voy a hacer lo mismo que hice entonces: me levanto, abro las ventanas y me lleno de mar, de mi mar; de su vista, de su fuerza, de sus aires, de su olor. Quejarse es de mala educación. Buenas noches.

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