¡Pero si hay un cambio de temperatura que adoro es el que se da cuando te sumerges por completo en el agua del mar! El año pasado solo pude darme un chapuzón un día, y fue en la preciosísima playa a la que voy a llevaros hoy.
¡Y no será por lugares que ver, porque Donostia los tiene a montones! Ya hemos hablado de la Plaza de la Constitución, de la Plaza de Gipuzkoa y de la Iglesia de San Ignacio de Loyola, pero quedan montones por descubrir, y unos cuantos más de los que voy a hablar en las próximas entradas (además, me estoy reservando un par de lugares interesantes para más adelante).
Photo by Maxime Truffier
Y si uno visita Donostia, la playa de La Concha es uno de esos lugares que pueden llamar la atención a primera vista (por razones obvias), y a la vez pasar completamente desapercibido, perdiéndose entre el paisaje urbano que tiene delante y convirtiéndose en el marco natural que rodea cientos de fotos de la ciudad costera, sus fachadas y su naturaleza.
Tamborrada de San Sebastián
La Playa de La Concha se encuentra en la Bahía de la Concha, en la margen izquierda de la ciudad de Donostia. Está bahía está rodeada por el Monte Urgull por un lado y el Monte Igueldo por el otro; y cuenta con dos playas: La Concha y Ondarreta. Estoy seguro de que en más de una foto se me cuela esta segunda playa, pero… ¿Que le vamos a hacer?
La Concha tiene una longitud de 1350 metros y una anchura de 40 metros aproximadamente. Muchos elementos hacen de esta una playa única: Su arena fina, su fácil accesibilidad desde la ciudad, su bello paseo marítimo, la tranquilidad de sus aguas (gracias a la barrera que supone la isla de Santa Clara)…
Puede que no tenga una triste historia como la Playa Doniños, pero un poquito de historia si que tiene. Y es que la fama de esta playa viene de lejos. La reina Maria Cristina de Habsburgo-Lorena comenzó a veranear en Donostia en 1893, estableciendo su residencia de verano en el Palacio de Miramar y dando el título de “Playa Real” a La Concha.
Esto, sumado a que su paso por la ciudad dio lugar a la construcción de varios edificios con un marcado estilo francés, comenzó a atraer al público hasta convertirse Donostia en la ciudad turística que es hoy en día. Frente a la misma playa se encuentra La Perla, un balneario para la aristocracia que la Reina Maria Cristina ordenó construir en 1912 y que en su momento fue considerado uno de los más bellos del mundo. Hoy en día este balneario funciona como spa.
Fuente: Piensa en un lugar